28.1.08

Psicópata.

(Del griego psyche: alma, mente +
pathos: dolor, enfermedad, sufrimiento)

En un principio, pensamos para evadirnos de las cosas;
después, cuando hemos ido demasiado lejos,
para perdernos en el pesar de nuestra evasión...
E\Cioran.

Camino solo, sin rumbo. Soy el hombre más feliz por siempre jamás. No importa ya nada. En mi pueblo existía una vieja creencia: Si lo tienes, repúdialo, si careces de él, deséalo. Hay un libro abierto en un llano frente a mí, lo abro aleatoriamente mientras miro las embaucadoras imágenes, y leo:

…se abandonan sin muchas divagaciones a la indolencia y al conformismo. Resisten un poco, solo para ceder más tarde.

Mi inteligencia: proceso creativo de insospechados y desagradables efectos: La ilusión del ego: divinos dones se asientan en mi. Ahora lo asumo y lo poseo; el suplicio rumiante de mi penitencia es mi lucidez. Suficientemente perspicaz para comprender, incapaz sin embargo para (no) actuar, soy demasiado incompetente para asolarme como timorato hostil y roñoso. Tal como diría Calvino, Dios creó el paraíso solo para una élite ínfima, el infierno para todos los sobrantes. Divinidad inclemente e implacable, de arrebatos, de exigencias arrogantes y laudables. Mi mesías, demiurgo redentor más conveniente que nunca para la adoración y la zalema; excitante y pasional; Yo, esa abundancia redundante e infundada, inagotable. No trates de ser y serás, reza un proverbio maldito. Apodíctico evidente. La subsistencia consiste fundamentalmente en lograr reducir las necesidades a lo minúsculo o a lo imperceptible. Proceso inútil y simple. Nimio.

Justificar nuestra existencia no en un plano ya metafísico, sino al menos en el vulgar y corriente orden social presente, es en toda instancia una cuestión imperativa, y difícil sin embargo. Ante todo, ser ético. Más vale la muerte, a una vida pobre y miserable, frecuente y prosaica. Antes no vivir, a aceptar la podredumbre impuesta por una realidad sórdida en sus haberes. El suicidio, un acto trivial por sí mismo, representa la desesperación, el hambriento deseo de nulidad y a la vez de trascendencia, de liberación. Decir, sí, a un instante de la existencia, es afirmar la existencia toda; Cabria agregar además, un solo momento osado es también suficiente para maldecirla completa.

Progreso, enuncian. ¿Pero cómo? Todo conspira en mi contra. Nuestras vidas, siempre disimuladas, y sin embargo patentes, transcurren todas hacia un solo punto. Hay primero que convencerse de una importancia, dejarse engañar, adoctrinarse. La ordenanza es inapelable: Toda tradición es incuestionable e indiscutible. Lamentablemente lentamente los días transcurren, uniformes y sin una triza de certidumbre. La costumbre no sirve sino para propiciar la desidia y la miseria contenida en cada uno. La apatía se erige como virtud. No vislumbramos nada, empero profesamos todo. Un ensueño, una ofuscación, una apariencia; ´El valor de la existencia descubierto en el mero acto de resistir´ dijo Camus ya hace tiempo, patético residuo de nuestra complacencia. Persistir, vil y llanamente, tal como al principio con la primera bestia. Partamos de la premisa de la supervivencia y la reproducción…

Estoy destrozado, hecho mierda. Mi cuerpo decae y con el inevitablemente mi (supuesto) espíritu. Y no importa, en verdad que no importa, dadas las peores condiciones, el humano, empero sigue deseando. Cretino anonadado por imprecables ansias, no acredita la compasión, sino la lástima.


We're done. The Zeitgeist in our era is ennui.
After all the screams halt, there was only silence... A tout steady silence that hasn't dissapear since then. I think we are not simply deaf by now, we're dead too, and leading human race to madness. Rags of flesh cling from our bodies. We are an waful throng of stale swollen carcasses. We'll be trampled to death by our jaded senses exhausted of non-achieved hope. Now, just emaciated nonentities roam Earth looking for the rotten rubbles of life. Desolation is baffling the tattered-worn survivors that hide in the dreary nooks of unconsciousness. Drugs and coldness that's all we need. In an outburst of vigor we shall have strenght enough to kill ourselves.


Y es la voz, esa voz, en mi cabeza aquello que me atormenta. Soy yo y nadie más. Verdugo y mártir; y así como en aquella sombría voz poética de Baudelerie: soy la herida, y el puñal.

Esa multitud allá fuera. ¿Es que soy tan débil? Si. Si lo soy. Nada, más que odio y melancolía se asienta en mí. Tristeza y engreimiento, eso me conforma. Y el rencor; esa amargura por el desengaño y la desilusión, tan profunda, fatal. Quisiera levantarme, lamentarme, y llorar; pero no puedo, me conformo con el reproche inútil. El quejido molesto y lastimoso de un ser endeble y enfermo. Y el forzoso aborrecimiento…

Por supuesto no soy inconsciente de mi condición actual: Una irrisoria situación me atormenta. Incapaz de satisfacer mis deseos, traduzco esa insatisfacción en aversión, en tirria, en desprecio. Esta situación se repite interminablemente en cientos de hombres. Entonces ¿en donde radicaría mi originalidad? Repitiéndome incesantemente esa pregunta, no sólo descubro una desagradable e incómoda verdad, -la vulgaridad de mis sufrimientos-, además me reconozco fútil, innecesario. La necesidad de placeres, y su búsqueda, su obtención en los sitios, en las situaciones más inmundas e inconcebibles. Y ese apetito grotesco a pesar de todo.

Sobraría decir que los placeres que experimento son tan risibles como mis aparentes sufrimientos. Nunca me he propuesto asceta, carezco de las cualidades necesarias para serlo. Empero estoy bastante consciente de las trampas y peligros de desear, de sus consecuencias. Más instruido en los tormentos y pesares del deseo, ignoro la agonía del no-deseo. Sobre esta perspectiva me establezco en igualdad con los otros bajo una posición sin embargo diferente. Adquiero mi vanidad en calidad de visionario de lo absurdo y de la indiferencia (perdida), y me delecto en la meditación infausta de la desgracia e indigencia humana, en el análisis de mi mismo.

El principio de placer, según Freud, regula el decurso de los procesos anímicos por medio de una evitación de displacer o una producción de placer, esto es la cantidad de excitación presente en la vida anímica: el displacer corresponde a un incremento de esa cantidad, y el placer a una reducción de ella. Mi gozo y especialmente mi malestar se reducen entonces a una fórmula: vitalidad excesiva. La ausencia de estímulos es placer máximo.

Perfecciono mi odio, sistemáticamente, sin prisas. Un homicida nace en mí. Quisiera asesinar a alguien, o a todos. Destruir y destruirme en un arrebato de clarividencia. El suicidio siempre la opción más fiable y estéril…
Por supuesto todo esto es jactancia inmodesta. Ya dijo alguna vez Schopenhauer:

"Imaginad suprimida la fuerza pública, sea, quitado el bozal. Retrocederíais con espanto ante el espectáculo que se ofrecería a vuestros ojos; espectáculo que cada cual se figura fácilmente. ¿No basta esto para confesar cuan poco arraigo tienen la religión, la conciencia, la moral natural, la bondad y el amor humano, cualquiera que sea su fundamento?"

Hay miles (o millones) como yo recorriendo, taciturnos, las calles, a la espera más o menos prevista del momento indicado. Es menester ya solo que la desesperación desborde, y que la sangre corra.