21.8.07

Anyway have you feel the course of disgrace?

La voluntad según Nietxche y Schopenhauer es el noúmeno, la cosa en sí, la substancia que conforma la realidad. Ambos concuerdan en que esta no tiene ningún fin en particular, sino el de perpetuarse.
La diferencia entre ambas filosofías radica en la perspectiva. Para Schopenhauer der wille es un valor negativo, una tortura, una condena, la larga agonía infinita inexorable. Para Nietxche, la voluntad es terrible, grotesca, inhumana, y sin embargo hermosa. No sigue preceptos racionales ni de orden y bajo ditirambos danza. El hombre es un fantoche bajo sus pulsaciones, un fútil recurso desechable en su eterno devenir. Los limites y deseos de esa voluntad son incomprensibles, irracionales y del todo ineluctables.
Es por esto que ciertos hombres deben de trascender ciertos límites. Lindes que en verdad no deberían ser cruzados.
Uno encuentra especial placer en el desprecio, en la sangre, en la ira, o en el sufrimiento; en rebasar los límites morales y del sentido común, y encuentra su alegría en las actividades más licenciosas. Conociendo de antemano el repulsivo resultado de sus actos, los acepta. Responsabilizado de ellos, con frio cálculo procura aumentarlos. Hedonismo o cinismo, estoicismo, nihilismo, religión o filosofía, todo sistema humano es útil, todo sistema humano tiene el mismo fin: La degradación del ser. Y vamos, ya en serio. ¿Quién puede en verdad jactarse de ser bello, no digamos ya físicamente sino al menos espiritualmente*? Narcisismo, ¿talvéz?
El llanto por la desastrosa inocencia perdida nunca es ya suficiente. En serio, hace rato que le hemos encontrado gusto.

“(…)las lágrimas? Son deliciosas, ¿no es cierto?, porque tienen el sabor del vinagre. Se dirían las lágrimas de la que ama apasionadamente; pero las lágrimas del niño dan más placer al paladar.” Lautremont.

Bajo la más estricta perspectiva Nietxchiana: Citando: “La existencia humana es una especie de error” de Schopenhauer sigue siendo del todo correcta.
Es un hecho, el mundo está hastiado, harto. No condenemos pues los actos de los hombres, el ocio y el vicio, la vida: la brutalidad de la experiencia los ha envilecido.

*espiritualmente; claro, una de farsas más extendidas…

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